jueves, 30 de diciembre de 2010

Para amarte necesito una razón, y no es tan difícil creer que no exista. Hemos pasado muchos momentos juntos, tú y yo, ese era nuestro único mundo, nuestro mundo perfecto. A pesar de que el tiempo lo cura todo, todavía se siente el dolor de ese amor que me hizo sentir tan especial pero que al acabar me hizo sentir tan desgraciada, porque él era todo lo que existía para mí Porque en el tiempo que pasé junto a ti aprendí a parar el tiempo y a quitarle los minutos al reloj. Me hiciste ver el cielo más azul a tu lado. Creo que  aprendí a saber cómo comer sin comida, sólo con tus dulces besos me alimentaba. Despegaste mis zapatos del suelo, para escaparnos los dos volando e irnos a aquel mundo perfecto que tú y yo inventamos, en el que todo era perfecto para los dos. Pero olvidé cómo era la vida sin tu amor. Me enseñaste a decir esas mentirijillas piadosas que me permitían verte en esas horas no adecuadas y a reemplazar nuestras palabras por miradas repletas de amor, afecto, dulzura y respeto; y fue por ti que conocí más de mil formas de besar, y fue contigo que aprendi lo que era amar, sentir esa sensación de estar volando con cada beso que me brindabas, tocar el cielo con cada abrazo que me dabas, y al sentir el aroma de tu cuerpo sentir como en mi estómago volaban esas maripositas que hacia que todo se volviera de color de rosa. Tú eras mi sueño.


No hay comentarios:

Publicar un comentario